¿Cómo evitar mis pensamientos negativos?

Hamlet dijo:

“No hay nada bueno ni malo en sí mismo, es nuestro pensamiento el que lo transforma”.

Un abuelo nativo americano estaba hablando con su nieto sobre sus sentimientos. Entonces le dijo: «Me siento como si dos lobos estuvieran luchando en mi corazón. Un lobo es violento y vengativo, el otro es amoroso y compasivo». El nieto le preguntó: «¿Qué lobo saldrá ganador en la pelea de tu corazón?» Y el abuelo respondió: «Aquel al que alimente». 

Halcón Negro

Los pensamientos negativos llegan a nuestra mente espontáneamente, sin que nosotros les llamemos, y sin avisar. Aparecen invadiéndonos como reacción a nuestro estado de ansiedad y se quedan en nuestro interior con mayor o menor fuerza dependiendo de nuestra respuesta a ellos, como afirma el abuelo de la historia  descrita anteriormente.

Cualquier  expresión de nuestras emociones que nos surge espontáneamente resulta imposible de bloquear. Cuando nos hace mucha gracia una situación resulta muy difícil frenar la risa, así como resulta complicado reprimir el llanto que llega cuando algo nos toca la fibra sensible.

Los pensamientos negativos son espontáneos y llegan en forma de pregunta: 

– Como adivinadores del futuro: ¿Seré capaz de no equivocarme? ¿Fallará el trabajo? Si voy allá me encontraré mal?…Seré capaz de hacer bien la entrevista?..

– Radicales, como pensadores totalitarios: Siempre me va a salir mal, puesto que ya ha salido mal en alguna ocasión… Nunca podré recuperarme de esto …  

– Como lectores de la mente de los demás: Seguro que piensan que soy sosa… Voy a hacer el ridículo si hablo demasiado…

– Generalizadores y sacando conclusiones ilógicas: He fracasado en mi relación, nunca más podré tener una relación satisfactoria…

Los pensamientos negativos suelen aparecer de forma intensa cuando estamos siendo sometidos a mucho estrés, o cuando padecemos alteraciones emocionales de tipo depresivo y/o ansioso. Solemos canalizar nuestra angustia a través de este tipo de pensamientos precisamente para desangustiarnos. 

En efecto, en teoría pretendemos racionalizar nuestra preocupación para encontrar la respuesta que nos libere de la angustia. Paradójicamente, lo que logramos es transformar la pregunta que llega a través del pensamiento en una creencia que nos va a angustiar todavía más.

Cuando estamos en equilibrio con nosotros mismos y tenemos pensamientos negativos tenemos dos maneras de resolverlos:

  • solemos enfrentarnos a ellos y racionalizarlos de forma adecuada adaptándolos a nuestra realidad
  •  los rechazamos sin más, obviándolos.

Ambas maneras de afrontamiento funcionan.

Cuando los pensamientos negativos interfieren en nuestra vida diaria, nos impiden la concentración en otras tareas más necesarias y producen inquietud y angustia, a veces desespero, en estos casos la solución suele ser más difícil.

Aquí, al racionalizar, muy frecuentemente sucede que deformamos la realidad dando mayor peso a los contenidos negativos de nuestras ideas.

Cuando intentamos rechazar  los pensamientos, nos damos cuenta que resulta imposible ya que acuden insistentemente, porque estamos bloqueando una expresión espontánea de nuestra emoción: Queremos dejar de pensar porque nos hace daño pero, paradójicamente, resulta imposible dejar de pensar. 

Estas soluciones que ponemos en práctica para sentirnos mejor no funcionan. Al contrario, aumenta la ansiedad y, con ella, seguiremos en el círculo vicioso: pensamiento-intento bloquearlo- imposible dejar de pensar- mas ansiedad-mas pensamientos negativos que se reafirman…..y más angustia!

Teniendo en cuenta que los pensamientos acuden en forma de pregunta, que genera una respuesta, que dará lugar a otra pregunta, y así sucesivamente..

Teniendo en cuenta que la pregunta es espontánea, pero que la respuesta NO lo es, que la damos nosotros de una forma pensada…

La solución está en romper este círculo interminable, bloqueando la respuesta.

 

Hay diferentes maneras de bloquear la respuesta ante diálogos como estos:

P  -“Me voy a poner nerviosa cuando tenga que hablar en público para presentar esta idea”

R  -“Me la van a criticar seguro”

P  – “¿Qué pensarán?”

R  -“Hay muchos que no piensan esto y no les va a gustar”

P  -“Me pondré nerviosa y olvidaré el texto”

R  -“Tartamudearé, lo haré fatal”

P  – “¿Qué harán los asistentes?”

R  -“Abandonarán la sala, se aburrirán”

… y podemos seguir

Este monólogo  dura hasta que la persona se cansa y, como se puede suponer, genera mayor ansiedad. Pone a la persona en un escenario de temor, viviendo la situación desde una idea preconcebida que le reafirma una creencia, que le hará fracasar seguro.

Hay que parar el monólogo de las dudas obsesivas enseguida que la persona se da cuenta de que lo que está valorando es una situación imaginaria, que podría darse, pero que no tiene porqué suceder de esta manera. 

El bloqueo se debe hacer sobre una de las respuestas para que no genere más preguntas.

Para bloquear una respuesta hay diferentes recursos. Se puede utilizar una frase inventada, siempre la misma, una imagen o una música incluso, en lugar de una respuesta.

“A preguntas estúpidas, no existen respuestas inteligentes pero es imposible bloquear estas preguntas porque llegan de manera automática. Y pensar en no pensar, es ya pensar dos veces. Por eso el trabajo está en adiestrar a la mente para que aprenda a bloquear las respuestas para inhibir las preguntas.” 

Giorgio Nardone,2009.

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