Psicología Clínica Infanto-Juvenil
Dificultades de adaptación:
Siempre resulta difícil gestionar los cambios. Si para un adulto es complicado, para un niño que todavía no alcanza una madurez cognitiva para autogestionar sus emociones, todavía resulta más difícil. Los cambios de domicilio, de composición familiar en el caso de divorcio de los padres, la pérdida de un familiar o de una mascota, los cambios de colegio o la repetición del curso académico, los altibajos en la economía familiar, así como cambios emocionales de los padres o discrepancias educativas, afectan a los niños y adolescentes, provocando alteraciones en la dinámica del niño a nivel personal y afectando en sus diferentes entornos.
Dificultades de relación personal, familiar, social y/o escolar:
La relación del niño o del adolescente con el entorno es una consecuencia de lo que sucede a su alrededor. Cuando la relación es disfuncional a menudo es una demanda de ayuda, y el beneficio secundario del niño es la resolución del problema por el que pide ayuda.
Habilidades sociales:
La fuerte competitividad a la que nos vemos sujetos actualmente influye también a nuestros niños y jóvenes. La sobreinformación y los modelos que nuestros menores absorben de los medios complica la manera de gestionar las relaciones sociales. La guerra para ser el mejor, más popular y tener mas likes, provoca en estos menores una importante autoexigencia a nivel social que muchas veces alcanza niveles de estrés excesivos. Siempre están en alerta para cumplir con lo que imaginan que se espera socialmente de ellos.
Dificultad de expresarse:
Estamos ante una sociedad que prima la imagen y lo inmediato y rápido para comunicarse. Las figuras representativas (padres) tienen muy poco tiempo para compartir con sus hijos espacios de ocio y de calma, en los que sería posible intercambiar información, dudas, quejas… Cada vez hay menos menores a los que les gusta leer. Los modelos que necesitan para aprender a expresar lo que sienten y/o lo que desean viven a una velocidad que no permite pararse a atender estas necesidades con suficiente profundidad. El menor a menudo encuentra en el espacio terapéutico lo que el ritmo de vida le impide desarrollar en su entorno familiar como sería deseable.
Excesiva timidez:
A menudo no se da importancia cuando un niño es tímido, ya que la actitud tímida en la escuela o a nivel social, si no es excesiva, se asocia al buen comportamiento, y queda en un segundo plano de importancia respecto a las conductas “hacia afuera”, más disruptivas, que molestan más y generan más alarma a nivel familiar y escolar. El niño tímido suele ser obediente y tranquilo, por lo que no genera problemas. Sin embargo es un niño que interioriza sus problemas y puede expresarlo a través de somatizaciones, miedos, ansiedad y/o depresión. Socialmente existe la creencia de que el niño tímido irá creciendo y esta timidez se irá resolviendo por sí misma, sin necesidad de ayuda. Un punto de referencia para saber cuando un niño necesita ayuda para resolver su timidez es el de reconocer el nivel de limitaciones que ésta le genera. Normalmente el niño tímido tiene pocos recursos o habilidades sociales, o – si los tiene- no se atreve a utilizarlos, por lo que el problema sigue interfiriendo en su interacción con el entorno y consigo mismo. El niño tímido es fácilmente víctima de bullying o de manipulaciones de parte de sus iguales, y no lo suele explicar, ni pide ayuda.
Aislamiento:
Un niño que se aísla voluntariamente suele ser un niño que sufre. El niño se aísla cuando tiene miedo o cuando está triste, siendo el aislamiento un indicador evidente de que algo está pasando. En cualquier caso es adecuado acudir al especialista, ya que los niños estables tienen amigos de su edad, juegan con ellos, se pelean y después hacen las paces.
Estado de ánimo depresivo:
El niño manifiesta su estado depresivo de forma diferente al adulto. Él suele responder de forma impulsiva, con agresividad, más reactivo de lo normal, con altibajos emocionales y – en ocasiones- con huidas a la fantasía. El estado depresivo del niño suele ser reactivo a un suceso o situación en un entorno (familiar, escolar, social) que no es capaz de gestionar y que el entorno no está tampoco gestionando bien. Si intervenimos en él, suele resolverse el problema.
Poca tolerancia a la frustración:
Suele ser un síntoma de un estado de ansiedad. También puede ser un signo de inmadurez, si el niño no responde a la frustración de una forma que corresponda a su edad cronológica.
Comportamiento agresivo:
Puede ser una consecuencia de una alteración emocional o un signo de inmadurez en el control de sus emociones. También puede ser la respuesta de un modelo en el que se refleja (padre, madre).
Rechazo a las normas:
Intimidación y dominancia, conducta desafiante. Los criterios educativos de los padres son básicos para poder resolver estas situaciones. Asimismo se debe valorar si hay discrepancia en las consignas y los objetivos educativos. Los padres tendrán que actuar muy unidos porque el oposicionista desafiante quiere separarlos para poderlos controlar y así obtener lo que desea.
Ansiedad Generalizada:
Los síntomas pueden ser muchos y variados, y no tienen que aparecer todos. Morderse las uñas, chuparse los cuellos de las camisas o el pelo, morder lápices u objetos varios son, junto a alteraciones del sueño ( pesadillas, hablar dormido, moverse mucho…)y conductas más impulsivas, suelen ser indicadores de ansiedad en un niño. Asimismo, la enuresis (escaparse el pipí durante el día o la noche) y los problemas de encopresis (retención o incontinencia de las heces) en edades que no corresponde, son indicadores de estados de ansiedad.
Ansiedad de separación de los padres:
El síntoma aparece cuando el niño se resiste al colegio, a dormir fuera de su casa, a situaciones que lo llevan a separarse de sus padres. Ir de colonias o a casa de un amigo a dormir suele ser un deseo irrealizable para el niño, quien se encuentra en un conflicto: desea ir , pero no puede, porque la ansiedad que le genera estar fuera de casa y dejar de sentir cerca a los padres es demasiado angustiante. Es una estructura fóbica evitativa que limita mucho al niño ya que siente que no es capaz de hacer lo que otros hacen, y se suele frustrar mucho por esta causa.
Fobia escolar:
El temor irracional a acudir a la escuela se da normalmente porque existe un nivel de ansiedad elevado. No tiene porque existir una causa determinada, ni tampoco haber un problema en la escuela. La fobia escolar es el síntoma de un miedo que subyace en la mente del niño, y provoca la necesidad de quedarse en el entorno familiar, que siente protector y que lo ayudará a evitar su miedo.
Miedos, pesadillas:
Como síntomas de la ansiedad del niño se deben desbloquear antes de que puedan limitar en mayor grado la cotidianeidad del niño. Existe miedos evolutivos que desaparecen por sí mismos. Otros, si persisten, pueden empeorar e influenciar en el desarrollo de la personalidad del menor, favoreciendo inseguridad e inhibición para afrontar las situaciones del día a día. Utilizamos estrategias divertidas que -con la intervención de los padres- desbloquean rápidamente el miedo.
Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad:
Somos partidarias de valorar el nivel de limitación e interferencia en la vida del niño. A partir de ahí, enfocamos el tratamiento desde la ayuda a la adaptación en los diferentes entornos, familiar,social y escolar, y la gestión del control de las emociones. Tenemos en cuenta la necesidad de la intervención de otras especialidades, en el caso que existan trastornos asociados (trastorno de aprendizaje).
Trabajamos a través del análisis y la valoración de la situación. Intervenimos a través de técnicas y/o juegos adaptados a cada grupo de edad y evaluamos los cambios de forma coordinada con los padres y el colegio.
Los padres son los que mejor pueden introducir cambios en sus hijos, pues son los que mejor los conocen. Por este motivo trabajamos a través de los padres, sobretodo si el niño es menor de 10 años. Asimismo, nuestra experiencia ha constatado que los padres pueden aplicar estrategias determinadas y adecuadas para desbloquear situaciones conflictivas con sus hijos en el momento en que suceden obteniendo la reacción que deseamos, por lo que resulta muy efectivo este tipo de intervención.
El colegio es el lugar en donde los niños pasan más tiempo por lo que, si es necesario, también acudimos a los maestros en demanda de información y con el fin de ofrecer estrategias para la escuela. Consideramos que el trabajo con el niño tiene que ser global, ampliando la intervención a todos sus entornos para así, lograr resultados satisfactorios.
El adolescente requiere de un trabajo más específico: la terapia es directa con él, pero muy a menudo, se alterna con sesiones de terapia familiar.
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