Uno de los principales problemas que tienen las parejas suele ser debido al tipo de comunicación que se establece entre ellas.  Las personas utilizamos diferentes estilos comunicativos, éstos los hemos interiorizado a partir del aprendizaje y repetición de los estilos de nuestras figuras de apego o, al contrario, por la necesidad de adaptarnos a su estilos de comunicación. Si queremos pues mejorar nuestra relación de pareja, debemos poner un poco más de atención a cómo nos comunicamos.

Imagina que, en el maravilloso momento del inicio de la relación, abres lo que John Gottman, psicólogo y psicoterapeuta especializado en terapia de parejas, denomina una “cuenta bancaria emocional”, y la abres con un interesante saldo positivo.

Esa “cuenta bancaria emocional” viene a ser como una cuenta bancaria corriente, con un saldo que puede ser positivo o negativo, pero que en lugar de dinero estará formada por emociones y momentos compartidos. Las emociones positivas irán sumando puntos, mientras que las negativas le restarán.

Es muy importante que, para mantener el saldo positivo, en esa cuenta vayamos acumulando una buena cantidad de emociones positivas, del orden de dos positivas por una negativa como mínimo, ya que así tendremos suficientes “ahorros” para que los pequeños conflictos que vayan surgiendo no pongan en riesgo nuestra relación, y puedan ser subsanados. 

Pero todos sabemos que mantener el saldo de la cuenta, así como el equilibrio de la relación, puede no ser tan sencillo. Cuando uno comienza a sentir que el otro no hace lo suficiente, o no le está teniendo en cuenta, aparecen los reproches, las acusaciones y los ataques (a veces, como defensa a las acusaciones). Estos pequeños conflictos harán que cada vez quede menos saldo en la cuenta para invertir en reconciliaciones y que la pareja represente una relación de víctima-verdugo que se retroalimenta del conflicto. Si no tenemos suficientes “ahorros”, los desencuentros irán mermando e instalándo la relación en un ambiente con olor a resentimiento y reproche, y cada vez será más difícil salir de los “números rojos”.

Para poder mantener esa cuenta con un alegre saldo, te proponemos que incorpores un nuevo hábito de comunicación. Ya sabes que una de las principales claves para mejorar la comunicación está en cuidar las palabras y  los gestos. Pues un hábito muy sencillo pero que tiene unos efectos sorprendentes en la calidad de nuestra comunicación es el centrar nuestro discurso en el “Yo siento” en lugar del “Tú haces” o “Tú eres”. 

Por ejemplo, cuando se quiere expresar el desacuerdo con algo, hacerlo desde el “cómo yo me siento ante esa situación”, en vez de explicar lo mal que lo ha hecho el otro. Es decir, que hemos de poner el foco en las propias emociones, en lugar de atacar al otro.

Así, en lugar de decir “eres un egoísta, cómo puedes hacer eso”, si describimos primero cómo nos sentimos, diciendo por ejemplo “siento que no me tienes en cuenta cuando actúas así”, nuestra pareja se sentirá menos atacada y podrá estar más receptiva a la crítica, ya que en el momento en que criticamos a alguien, automáticamente se levanta la barrera de la autodefensa provocando que  se parapete en sus propios argumentos sin escuchar los nuestros. 

O, por ejemplo, en vez de decir “eres un desastre, lo dejas todo todo tirado por en medio”, podemos decir “cuando veo este desorden se me llevan los demonios”. 

Ya ves que estamos comunicando lo mismo, pero el efecto es mucho menos negativo. Recuerda que una comunicación asertiva es aquella que se centra en el respeto, tanto a uno mismo como a los demás, no en pretender que el otro cambie su conducta a nuestro antojo. Y si queremos que el otro cambie, nada será menos efectivo que exigírselo.

Incrementa tu cuenta bancaria emocional con el cariño y las buenas actitudes. ¡Verás qué buena inversión!

 Adelante, atrévete a cambiar aquello que no te funciona.

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