Modelos teóricos
Tanto nuestras formaciones como nuestras sesiones de terapia y coaching se basan en gran medida en la Terapia Breve Estratégica (TBE), el EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) y la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC).
La lógica Estratégica es aplicable a cualquier tipo de problema, ya sea en la relación que se establece entre una persona consigo misma, en la relación entre una persona y los demás (entornos familiar, relacional, laboral, etc), y en la relación entre una persona y el mundo en general (creencias y valores).
Según el enfoque estratégico, los problemas humanos son el fruto de nuestra particular interacción con la realidad. Ante la percepción de un problema determinado, y guiados por la lógica ordinaria y del «sentido común», ponemos en marcha una serie de intentos de solución que, en lugar de resolverlo, lo pueden llegar a exacerbar o a mantenerlo en una suerte círculo perverso.
No será necesario buscar las causas del trastorno en el pasado ni tampoco analizar todos los recovecos de la «misteriosa naturaleza humana» (es decir, el porqué de un problema), sino que vamos a analizar e intervenir directamente sobre cómo funciona el problema y cómo se mantiene en el presente. Y mediante el diseño de estratagemas, ideadas «ad hoc» y basadas en lógicas no ordinarias (la lógica de la paradoja, la lógica de la contradicción y la lógica de la creencia) y mediante una técnica de comunicación estratégica avanzada -el diálogo estratégico – llevaremos a la persona a salir de su bloqueo rompiendo el círculo vicioso en el que se ha visto atrapada.
Las principales influencias del Modelo Estratégico son la Lógica Estratégica en el campo de las Matemáticas (en concreto de la Teoría de los juegos), la Teoría Sistémica (que viene a situar al individuo en su entorno relacional, sin el cual no tiene sentido), la epistemología Constructivista (la realidad como construcción mental), la Cibernética (con el concepto de feedback o retroalimentación) y los estudios sobre la comunicación persuasiva del trabajo clínico de Milton H. Erickson.
El primer modelo estratégico surgió en los años 60 en el Mental Research Institute de Palo Alto (California), y sus principales artífices fueron Gregory Bateson, Paul Watzlawick, Jay Haley, John Weakland y Richard Fisch. Posteriormente el modelo ha evolucionado y se ha escindido en varias escuelas. Entre las principales destaca la escuela del Profesor Giorgio Nardone (Arezzo, Italia, 1958), quien desde principios de los años 80 hasta la actualidad ha realizado estudios rigurosos y sistemáticos para el establecimiento de protocolos de tratamiento altamente eficaces y eficientes para diversos tipos de problemas.
La EMDR es actualmente un abordaje terapéutico reconocido por la comunidad científica por su eficacia y uno de los principales abordajes terapéuticos que la organización Mundial de la Salud (OMS), la American Psychiatric Association (APA) y el Departamento de Asuntos de los Veteranos y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, recomiendan para el tratamiento del estrés traumático.
Aunque en sus inicios el foco principal de tratamiento fue el trabajo con el trauma psicológico y estrés post-traumático, en el presente la EMDR trabaja sobre cualquier problema que genera malestar.
En 1987 la Doctora Francine Saphiro (Brooklyn, Nueva York, 1948) descubre casualmente que el movimiento voluntario de los ojos (Estimulación Bilateral Interhemisferios /EBL), ayuda a reducir el dolor emocional. Esta descubierta está basada en la psicofisiología, ya que sabemos que, de forma natural, durante la fase de sueño REM afrontamos los estados de estrés cotidianos, activando de esta forma los procesos de resolución de problemas, contribuyendo a generar nuevos aprendizajes y reduciendo el estrés emocional.
Ese abordaje está indicado para cualquier persona (desde la infancia a la edad adulta) que sufran de problemas emocionales generales asociados o no a traumas psicológicos “evidentes”, tales como violencias físicas, abusos, accidentes graves, enfermedades graves, etc. Pero también problemas asociados a eventos de la vida que pasan “desapercibidos” y pueden ser fuente de emociones o de conductas inadaptadas o excesivas en nuestra vida cotidiana (problemas de infancia, separaciones, muertes, pérdidas, dificultades profesionales, cambios, etc.). Estas perturbaciones pueden expresarse de diversas maneras: angustia, dolores físicos sin causa médica conocida, somatizaciones, inseguridad, baja autoestima, desánimo, fobias, timidez, conducta agitada o violenta, autolesiones, adiciones, pesadillas, irritabilidad, tendencia a aislarse, trastorno alimentarios, dificultades de relacionarse, inmadurez, problemas de pareja, etc.
La EMDR trabaja sobre el sistema interno de procesamiento de la información de la persona, ayudando a que los momentos difíciles de la experiencia de vida, que se han almacenado o procesado de forma disfuncional en el cerebro, puedan reprocesarse de modo adaptativo. Así, a través el reprocesamiento, los síntomas manifiestos desaparecen, y la información o los recuerdos dejan lugar a una experiencia de vida tranquila y sana. La persona hace así un proceso hacia la aceptación de las injusticias vividas y de la responsabilidad de actuar por el logro de la vida que desea y merece.
La TCC se fundamenta en principios y procedimientos validados empíricamente y está basada, principalmente en sus inicios, en la psicología del aprendizaje. A través de las investigaciones de F. B. Skinner en la década de 1930 y a los trabajos encabezados por Albert Bandura en la década de 1960, utiliza tanto técnicas de la Terapia Cognitiva como de la Terapia Conductual.
Los principales exponentes de la TCC en el contexto clínico son los psicólogos Albert Ellis y Aaron Beck. La conducta se construye básicamente por procesos de aprendizaje: en base a la experiencia personal y observación de los demás. El objetivo del tratamiento es la intervención para obtener un cambio conductual, cognitivo y emocional.
Partiendo de la base del principio de que no son los acontecimientos los que nos perturban, sino la interpretación que hacemos de ellos, Ellis desarrolló el modelo del ABCD (A: Acontecimiento Activador; B “Beliefs” o Creencias; C: Consecuencias emocionales y conductuales y D:Debate).
El mismo autor hace una clara distinción entre emociones perturbadoras o disfuncionales (como la ansiedad, la ira, la depresión, la culpa…) y las de las emociones adaptativas o funcionales (como el miedo, el enfado, la tristeza o el arrepentimiento), y sostiene que cuando una emoción nos perturba tendemos a atribuir esa perturbación al acontecimiento en el que se desarrolla, mientras que en realidad se debe a la interpretación que hacemos de ese acontecimiento, en base a una serie de creencias irracionales (C.I.). Estas creencias en su mayoría construidas en la infancia, son creencias sin base científica, ilógicas y poco pragmáticas, basadas en falsas necesidades o exigencias: los “debes” y “deberías”, “tengo que..”, “si no logro ….es porque soy…)…
Según la TCC, el averiguar cuales son las propias creencias irracionales que nos llevan a la perturbación emocional, y mediante el debate y cuestionamiento de las mismas encontrar la solución al problema, nos ayuda a instaurar otras creencias (racionales, científicamente demostrables y pragmáticas), basadas en deseos legítimos, pero no necesidades, que nos conducirán a otros terrenos emocionales más funcionales y adaptativos.