A menudo la comunicación con nuestros hijos adolescentes tiene un objetivo claro: cambiar una percepción de la realidad que, como padres, creemos que es equivocada o, por lo menos, que puede perjudicarle.

La relación con nuestros hijos está basada en emociones, es por esta razón que el modo de comunicarnos será diferente al que usaremos con otras personas y en otros contextos.

En palabras de Blaise Pascal: ”Cuando tratamos de corregir con ventaja y mostrarle al otro que se equivoca, debemos notar desde qué punto de vista éste observa la cuestión, puesto que desde su posición es usualmente cierto, y reconocerle esa verdad; pero revelarle también el ángulo desde el cual es falso”.

Pero, cómo hacerlo con un adolescente que necesita sentir que tiene razón y es el otro el que no comprende? En esta etapa de autoafirmación, la persona tiende a obviar las razones de quien le intenta dirigir y está en una posición de autoridad o poder para, de esta forma, sentir que él es quien está por encima.

Vamos a apuntar primero lo que se debería evitar en nuestra comunicación con adolescentes:

PUNTUALIZAR, definir las características de una situación recordando de forma rígida lo que se puede y no se puede hacer; un listado de normas que, siendo adecuadas, solamente por su forma de comunicación producen el efecto de querer transgredirlas, ejemplo:

“Si te dejo salir esta noche con tus amigos, no debes beber, ni subirte a una moto, no debes fumar, tengo que verte estudiar toda la tarde y debes dejar tu habitación ordenada”

Aunque el adolescente pueda estar de acuerdo con las normas porque son lógicas, el efecto emocional es de irritación, y el resultado es la trasgresión.

Este modelo de comunicación suele ser muy común, no funciona nunca, y el adulto suele insistir en utilizarlo con lo que se empeora cada vez la relación.

PUNTUALIZAR =>  RABIA => TRASGRESIÓN

RECRIMINAR, resulta del analizar las culpas del adolescente. Remite al juzgar, evaluar, como en los tribunales. Al recriminar una acción nos ponemos en el papel del juez que condena, y provocamos un sentimiento de culpa que no es bienvenido nunca; contrariamente, el sentimiento de culpa queda anulado y se genera una rabia que provoca la trasgresión. De nuevo nuestro modelo comunicativo practicado con las mejores intenciones (quiero hacer que reflexione sobre lo que ha pasado), provoca una reacción contraria a la que esperamos (arrepentimiento). 

RECRIMINAR =>  RABIA => TRASGRESIÓN

REPROCHAR, o hacerse la víctima: “Me haces sufrir cuando haces….”, es el modelo que refuerza al máximo las ganas de trasgredir. Otra vez estamos con una respuesta del adulto que quiere provocar sentimiento de culpa. A lo mejor llega a provocar ese tipo de sentimiento, pero es más fuerte la rabia, porque el adolescente no quiere sentirse culpable, le gusta más sentirse víctima de los padres y aparecer como incomprendido, así se justifica ante sí mismo y ante los demás.

REPROCHAR  => RABIA =>  TRASGRESIÓN

SERMONEAR, para que esta técnica comunicativa funcione, tiene que darse ya previamente una situación de relación jerárquica establecida: Profesor- alumno, por ejemplo. Cuando hay una relación afectiva genera sentimientos de rabia y rebelión.

El sermoneo razonando la situación conflictiva no es bienvenido por el adolescente, que no aguanta mucho tiempo atento a lo que le están diciendo: Muchos hemos sentido alguna vez aquella sensación de aburrimiento y rabia que se juntan cuando nos sermoneaban después de sacar una mala nota por no haber trabajado suficiente.

SERMONEAR  => RABIA =>  TRASGRESIÓN

Estos modelos comunicativos pueden ser válidos en otros contextos, pero no en el de una relación afectiva  (¡tampoco en la pareja!).

¿Qué es lo que desea un adolescente que está, repito, en etapa de autoafirmación?

SENTIRSE VALORADO

 

COSAS QUE FUNCIONAN

Iniciar el diálogo, preguntando en lugar de afirmando; en este caso se está valorando y quedan anuladas las resistencias o las reacciones transgresoras que surgen en los casos anteriores.

Se puede proponer una tesis en base a la opinión del adolescente:

“¿Crees que has hecho una cosa justa, o equivocada?”, y seguir a base de preguntar: “¿Porqué crees que lo que has hecho es justo?” o equivocado….

Al adolescente que desea que lo valoren le gusta que lo escuchen hasta el final, que indaguen sobre sus opiniones de los hechos; una vez se ha sentido respetado, es capaz de aceptar dudas sobre lo que defiende, pero siempre desde el sentirse escuchado/valorado.

Hacerle preguntas sin darle la respuesta, dejar que piense, y dejar claro que comprendemos su posición, pero que no estamos de acuerdo, si no lo estamos.

El enfrentamiento da a lugar a una lucha de poder que seguramente perderemos y, como dijo Sun Tzu, en su libro “El arte de la guerra”:

La suprema excelencia consiste en romper la resistencia del enemigo sin luchar.

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