De todas las especies animales, los mamíferos, y especialmente el humano, son los que más tiempo dependen de la madre.

El bebé humano nace con muy pocos recursos para subsistir por sí mismo. La gran habilidad del bebé es su capacidad para vincularse con la madre y, de esta forma, la madre lo protege, alimenta y cuida. Gracias a este apego la especie humana ha sobrevivido y el bebé humano continúa seduciendo a la madre para que ésta se ocupe de su subsistencia.

El bebé humano capta las emociones y responde a ellas riendo y gesticulando. También mira a los ojos a la madre; a través de estas capacidades el niño captura a la madre para reforzar el vínculo afectivo.

Cuanto más sólido sea este vínculo, mayor será la confianza y la seguridad del niño y será más capaz de afrontar mejor futuras  separaciones.

John Bowlby desarrolló el siglo XX  la Teoría del Apego. En esta, Bowlby demuestra que el niño alrededor del año de edad se vincula con los progenitores, o con las figuras que le cuidan. La finalidad de este vínculo es la de desarrollar una autoestima sana, así como seguridad, equilibrio y una comunicación adecuada para que el futuro adulto sea capaz de llevar una vida adaptada a su medio. Cuando la relación de apego no es segura, el niño desarrolla conductas desadaptadas. Sin irnos a los extremos, que no es el objetivo de este artículo, podemos mencionar las conductas de demanda de atención. La demanda de atención es un recurso muy básico que utilizan los infantes cuando se sienten mal por algo que ni ellos mismos pueden explicar. La estructuración de las relaciones familiares y sociales se desarrolla en base a conflictos que deben resolverse, en casa con los hermanos y los padres, en el colegio o en los parques infantiles con sus iguales. Cuanta más seguridad en sí mismo tiene un niño y mejor autoestima, mejor librado saldrá de las rivalidades y dificultades que se le vayan presentando en su día a día. El desarrollo del apego, pues, tiene mucha importancia; así vemos que las pautas educativas de los padres, el modelaje y la resolución de conflictos en casa, según y cómo los resuelven los padres, son elementos de base para estructurar la personalidad de los hijos. Pero los hijos tienen el derecho de autoafirmarse, para así ver cómo funcionan las relaciones y probarse a sí mismos los recursos que aprenden y prueban, los que les funcionan y los que no les sirven. Así como los padres tienen el deber de poner límites y normas básicas educativas, que beneficiarán a los hijos. Usando este derecho de autoafirmación, los niños se suelen resistir a las órdenes de los progenitores; es entonces, dependiendo de la respuesta a esta resistencia, que los adultos guiarán con mayor o menor fortuna el carácter de los niños. Uno de los objetivos educativos de los padres es el de ayudar a los hijos a ser autónomos e independientes. Para ello, los padres intentan que sean capaces de cumplir con sus hábitos de higiene, sueño y alimentación a través de las normas correspondientes. Cuando resulta difícil que los hijos obedezcan estas normas, hay diferentes formas para hacérselas cumplir, pero, en ocasiones y por el motivo que sea, resulta complicado, y la discusión por cumplir una norma se transforma en una batalla campal. Es en estas ocasiones que necesitamos acudir a la imaginación. Si una estrategia no ha funcionado , la vuelves a probar y tampoco funciona, es difícil que termine funcionando sin que haya consecuencias punitivas. Cuando se repiten estas escenas, comenzamos a entrar en un círculo del que, si no salimos, podemos vivir consecuencias negativas a través de conductas cada vez más complicadas y exigentes por ambas partes. Es por este motivo que te voy a proponer una pequeña estrategia cada vez que tus hijos quejándose o lloriqueando exigen que les vistas, les hagas los deberes o cuando no quieren lavarse los dientes y mienten diciendo que ya se los han lavado.

 

Resultan muy efectivos los pequeños boicots y  además son divertidos de aplicar:

 

  • ponle la ropa del revés cuando te exija que le vistas
  • da una respuesta errónea o extraña a sus deberes cuando sabiendo que es capaz de hacerlo solo, te exige ayuda
  • lávale tú los dientes –ya que él no es capaz de hacerlo solo- y se los lavas de una manera muy meticulosa: diente por diente y todo muy despacito y entretenido, que requiera tener la boca abierta mucho rato y llena de pasta….

 

Seguro que cambia y no pide más que hagamos sus cosas, además seguramente se va a lavar él solo los dientes (de lo contrario le preguntas si quiere que se los laves..)

 

Utilizar el sentido del humor, a la vez que la firmeza, sin burlarse ni humillar, es una técnica que suele funcionar con todos los niños y el mensaje que reciben a nivel inconsciente es:  las cosas se pueden obtener por las buenas, sin necesidad de enfados ni de violencias; mis padres saben lo que quieren que yo haga y logran que yo obedezca, luego mis padres son fuertes y siempre podré contar con ellos cuando yo esté en dificultades.

 

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